¿Cómo evitar el dolor de cabeza?

Muchas veces terminamos el día con un dolor de cabeza que nos pone de mal humor, quizá dolores en las cervicales, problemas estomacales o pinchazos en la zona lumbar. Seguramente usted a menudo ha sufrido algún mal cuando ha tenido una mala jornada. Normalmente esto sucede cuando no somos capaces de separar las obligaciones laborales, y los conflictos que derivan de ellas, con la vida personal. Está claro que deseamos ser eficientes en nuestra empresa, ser personas competentes y poder ganar así el salario que nos permitirá una vida digna. ¿Quién quiere perder su empleo en estos momentos?

Lo mismo pasa con un joven estudiante que su afán por sacar buenas notas lo carga de presión, los dolores musculares aparecer de repente impidiendo que éste pueda concentrarse en estudiar y aprovechar mejor el tiempo. Presionarse en exceso y preocuparse negativamente no nos deja avanzar.

En la mayoría de los casos todo esto empieza porque tenemos miedo. Miedo o preocupación por perder el empleo, por defraudar a otro, por no conseguir un objetivo o por fracasar. El 99% de las cosas que nos suelen preocupar son situaciones que no han pasado y posiblemente jamás sucederán. Una vez leí en un libro que el fracaso no existe, simplemente es un resultado. El modo en que vas a procesar esa información será lo que te provoque tristeza o alegría. De la misma manera es tan pasado lo que hiciste ayer como lo que pasó en la Edad Media, los dos hechos son igualmente inamovibles y no se pueden cambiar. Aprender a procesar de manera positiva cada suceso de tu vida es la clave de tu felicidad.

Los problemas en el trabajo no te definen como persona. Lo que realmente importa es tu capacidad de afrontarlos, eso si te va a dar prestigio como profesional.

Emilio Duró en una de sus conferencias decía que lo que hunde a las personas no es una dificultad en el trabajo, lo que realmente nos entristece es la muerte de un familiar, que los hijos no aprueben en el colegio o la enfermedad de un amigo. Es muy importante que no hagas tuyos los conflictos de tu empleo, necesitas salud mental para afrontar todos los desafíos de la vida con garantías. No gastes energía tontamente.

Que tú no puedas presentar un informe a tu jefe, un trabajo a tu profesor o enviar a tiempo ese paquete no va a afectar al transcurso natural de la vida humana. No se conoce conexión directa entre un error tuyo y el cambio climático, la polinización de las abejas no depende de tu jefe de personal y tus actos no afectan al cumplimiento o no de las profecías Mayas.

Lo que no está a tu alcance no te puede preocupar, no debe hacerte perder tiempo. El problema que tiene solución ya deja de serlo, y si no la tiene olvídalo y céntrate en otro asunto.

Supongamos que has cometido un error en tu ocupación laboral o en los estudios. A partir de este momento tienes dos alternativas:

1) Inventar una máquina del tiempo y viajar al pasado para corregir los hechos

2) Ser consecuente, intentar buscar una solución y aprender de la experiencia

Estarás conmigo en que debemos fijar toda nuestra atención en el segundo punto. Así que vamos a detallar una serie de objetivos para conseguir salir victoriosos de un estado negativo o situación adversa..

FASE 1: Evitar una herida psíquica:

-Técnicas de disociación

-Teoría de la relativización de los problemas

FASE 2: Análisis de los hechos

FASE 3: Abanico de opciones

FASE 4: Toma de decisiones

FASE 5: Estudio de los resultados

FASE 1

Técnica de disociación

Estar asociado a un hecho significa vivirlo, sentirlo y padecerlo en primera persona. Mientras te mantienes asociado al problema vives con mayor intensidad emocional sus consecuencias, de esta manera se ve afectada tu capacidad de tomar decisiones claras. Necesitas un estado de tranquilidad y serenidad para poder encontrar la solución, no lo conseguirás si sigues preocupado, enfadado o deprimido.

Por este motivo te proponemos que inviertas un momento a salir de tu cuerpo y dedicarte exclusivamente a observar.

1. Evaluación objetiva en primera persona (Tu percepción inicial de lo que ha pasado)

2. Imagínate a ti viendo los hechos como si los vieran en una televisión. Observas lo que ha pasado como si no lo hubieras vivido tú. Esto te aportará otra manera de ver las cosas y una opinión diferente del problema. ¡Prepárate!

– Respira fuerte y rompe la situación de tensión.

– Cambia de posición, muévete. Entonces empiezas a visionar la experiencia estando fuera de ella (recuerda el ejemplo de la televisión)

– Valora objetivamente lo que ha pasado y haz una lista de consejos que le darías a ese YO que estás viendo actuar.

3. Encuentra las diferencias entre la visión inicial de los hechos y las que has obtenido con la disociación. Si te has concentrado correctamente lo verás muy diferente.

Teoría de la relativización de los problemas

Preocuparse por el efecto mariposa es una verdadera pérdida de tiempo. No sé si es cierto o no, pero tampoco va a cambiar nada. Un error tuyo, como he dicho antes, no va a afectar a las migraciones estacionales de las aves Limosa lapponica. Todo es más sencillo. Y, a no ser que seas el culpable de no haber sellado perfectamente la planta nuclear de tu ciudad y provoques un kaos radioactivo, tranquilo, un fallo siempre puede solucionarse. Por eso, es importante que no confundas lo que voy a explicar ahora con la despreocupación. No debes vivir inmune a las consecuencias de tus actos en los demás, si metes la pata da la cara y reza. Esto sólo es una técnica para aprender a afrontar situaciones complicadas. ¡Vámos allá!

Analiza el hecho. ¿A quién afecta?

Si no has sacado un 9 en el último examen de la universidad, ¿crees que esto afectará a la solución del conflicto bélico en Chechenia?

Tu error es estúpido si lo comparas con los verdaderos problemas de la actualidad. Ridiculiza tu problema, sácalo de contexto y compáralo con algo mucho más vital. No se trata de caer en el “mal de muchos consuelo de tontos”, pero te ayudará a dejar de maltratarte a ti mismo. Si consigues percibir la situación como algo relativo, le quitas hierro y te concentras en la solución habrás dado un paso enorme en tu aprendizaje.

Te he presentado dos maneras sencillas de intentar vivir con una sonrisa en la boca en lugar de tener constantemente el ceño fruncido. Como todo, necesita práctica y dedicación, sólo espero que consigas afrontar mejor el próximo problema que aparezca en tu vida. Debes ser consecuente siempre, no eludas tus responsabilidades. ¡De todo se aprende amigo!

(Próximamente FASE 2)

¡Cuidado! Si me tocas lo sabré

¿Nunca has tenido una sensación inexplicable cuando otra persona te toca?

¿Te sientes extraño cuando alguien se acerca demasiado a ti?

Seguramente, alguna vez hayas querido expresar con una carícia un sentimiento. Entonces, ¿podemos expresar con el tacto? ¿Podemos recibir información emocional cuando nos tocan?

Como ya comenté en mi post ¿Nos comunicamos?, los estudios son concluyentes, en la comunicación entre dos personas lo menos importante va a ser lo que vamos a decir. El lenguaje corporal, los sentidos, los filtros y las interpretaciones van a determinar lo que vamos a sentir o pensar por otra persona. Toda emoción es energía, porque cada emoción es una respuesta del organismo para actuar frente a algo. Cuando se produce el proceso de emisión y captación de esa energía, es cuando dos personas se pueden comunicar sin necesidad de palabras ni comunicación gestual.

Cuanto más unidos nos sintamos emocionalmente a alguien, más cerca de el/la estaremos. Algunos estudios dicen que la zona íntima de una persona oscila entre 15 y 45 centímetros de distancia mínima con otra. Por este motivo tener a alguien demasiado cerca puede llegar a interpretarse como un signo de agresión. ¿Te has preguntado alguna vez por qué cuando entras en el metro buscas siempre el vagón con menos gente? ¿Por qué buscas el banco vacío para sentarte en un parque?

Al ser humano no le gusta que le invadan su zona íntima. La reservamos para los familiares o personas de confianza y sólo admitimos a quienes no supongan una amenaza para nosotros. Moverse en distancias cortas está sólo al alcance de grandes expertos, ya que los detalles de nuestro lenguaje corporal son mucho más visibles y obvios. Estamos al descubierto.

El contacto entre los seres vivos es importantísimo. Esta necesidad de tocar a otro se ve reflejada en la relación de una madre con su hijo. Cuando da el pecho a su bebe, la mujer segrega una hormona llamada oxitocina. Esta actúa en las glándulas mamarias causando la secreción de la leche hacia una cámara colectora donde el bebe podrá succionarla. Curiosamente esta misma hormona está relacionada con los patrones sexuales y se sabe que es adictiva. Se libera mediante el contacto con otra persona y también durante el orgasmo, por eso la llaman «la molécula del amor».

¿Te parece interesante este artículo? Valóralo y sigue leyendo.

La comunicación mejora y se potencia con la proximidad. Es cuando nuestros sentidos pueden actuar con más eficacia. La kinestesia o cinestesia es la capacidad de nuestro organismo de transmitir de manera continua las sensaciones de todos los puntos de nuestro cuerpo hacia el centro de nuestro sistema nervioso. Esta información viaja en los dos sentidos y nos ayuda a conocer datos tan importantes como el dolor estomacal, el equilibrio o el estado de nuestros músculos.

Pero, ¿podemos generar una energia concreta sobre un sentimiento y transmitirla a través del tacto? ¿Puedo demostrar a alguien que no me cae bien simplemente con estrecharle la mano? ¿Si le abrazo sabrá que estoy enamorado de ella?

En el arte de la seducción se habla de «kino» (abreviación de kinestesia) para definir el contacto entre un hombre y una mujer en sus primeros encuentros. Él busca que ella empiece a segregar oxitocina para poder establecer un vínculo emocional y así poder pasar a la siguiente fase. Gracias a esta hormona ella puede volverse adicta a sus carícas. Las mujeres tienen más desarrollado el sentido del tacto, por este motivo se acercan mucho más las unas a las otras, se miran y se tocan más que los hombres entre ellos.

Cuando una persona no me cae bien ni la quiero tener cerca. Si me da la mano en un encuentro laboral, sólo pienso en ese momento maravilloso en el que dejaré de tocarle. Me incomoda tenerle a menos de 45 centímetros, le responderé con frases cortas y mi lenguaje corporal solo expresa rechazo (evitar el contacto visual, dar la espalda, cruzarse de brazos, etc.). Por el contrario cuando siento aprecio por otro, sin darme cuenta, buscaré tocarle, darle la mano, abrazarle o darle un beso. A través del contacto queremos que nuestra pareja o un amigo sepan lo que sentimos.

¿Podemos mejorar nuestra capacidad para transmitir esta energía? ¿Se puede potenciar? ¿Podemos mejorar nuestra capacidad para percibir la de los demás?

Las claves próximamente en una nueva publicación. Mientras, si te ha gustado este post, puedes suscribirte para recibir el documento completo de forma exclusiva. Podrás encontrar la pestaña «¡Inscríbeme!» a la derecha en la parte superior de la página.

¿Por qué los mentirosos no miran a los ojos?

        

          Hace unas semanas un amigo y yo entramos en un debate muy interesante cuando le hice la siguiente pregunta:

Si pudieras elegir un súper poder, ¿cuál escogerías?

       Lo curioso fue que su respuesta fue igual a la mía, los dos elegiríamos el poder de saber lo que piensan los demás.
Leer la mente del prójimo es uno de los deseos más extendidos en la raza humana, pero no es algo tan utópico ni exclusivo de los héroes del cine y la literatura. Sólo hay que saber leer y descifrar los mensajes que el cuerpo de otro nos está mostrando.

          El cerebro controla toda nuestra actividad física y mental. Por eso muchas veces acompañamos una idea con un gesto concreto. Si nos duele la barriga llevamos nuestra mano al estómago o si nos preguntan donde está una calle, siempre acompañamos la explicación indicando la dirección con el dedo índice. Esto sucede porque el cerebro conecta nuestra mente con el cuerpo, de tal manera que hay gestos o movimientos inconscientes que nos delatan.

          Pero los gestos no son suficientes, para saber si alguien miente debemos saber qué está pensando. Aquí entra un aspecto muy importante: el movimiento ocular. El ser humano mueve los ojos en direcciones diferentes de forma sistemática en función de cómo esté pensando en ese momento. Los estudios neurológicos afirman que el movimiento del ojo lateral y vertical está conectado con la activación de una parte concreta del cerebro.
          Es una pista de cómo alguien accede a una información visual, auditiva o sensitiva. Mirar a un lado o a otro significa que la persona accede a una información de una forma concreta (en función de si es diestro o zurdo las pautas se invierten). Por eso, lo que importa es el proceso del pensamiento, no las respuestas.
En el siguiente gráfico podemos ver los movimientos oculares de una persona diestra:
 

          Siempre que una persona mira hacia su derecha está imaginando, por lo tanto hay un alto porcentaje de posibilidades que esté mintiendo. En cambio, si mira hacia la izquierda estará recordando una imagen, sonido o sentimiento que si experimentó.
          Con estas pistas podremos acercarnos un poco más al poder de leer la mente. Aunque no hay que tomar esta señal de forma aislada, debemos entender todo el contexto de la situación para conocer el pensamiento real de la persona. Es como una palabra en una oración, si no lees toda la frase no sabrás el verdadero significado que tiene.

Si quieres atrapar a un mentiroso empieza por mirarle a los ojos.

¿Te ha gustado este post? ¿Te gustaría saber más sobre el tema?

Subscríbete a mi blog y recibirás un test con todos los secretos, el documento definitivo para poder «pillar» a los mentirosos. ¿A qué esperas? Encontrarás el botón ¡Inscríbeme! a la derecha en la parte superior de la página.

¿Nos comunicamos?

Hace poco leí en un libro que es imposible no comunicar. Hoy en día existen múltiples vías, medios y canales para expresarnos con los demás, y podemos hacerlo en persona, por carta, por teléfono, por redes sociales, etc. Jamás hemos tenido tantas posibilidades para dar a conocer nuestros pensamientos y sentimientos. Pero, ¿realmente nos comunicamos?

En 1967 Mehrabian y Ferris (1) realizaron un estudio sobre la comunicación humana. Las investigaciones demostraron que en una presentación ante un grupo de personas el 55% del impacto viene determinado por el lenguaje corporal (postura, gestos y contacto visual), el 38% por el tono de voz y sólo el 7% por el contenido de la presentación.

Entonces, no es tanto lo que digamos sino cómo lo digamos lo que marca la diferencia. En una conversación vamos a reaccionar más por nuestros pensamientos y sentimientos propios que no por lo que nos está diciendo la otra persona. Esto me parece muy interesante, sobretodo en el marco actual de comunicación social que utiliza las redes para expresar pensamientos continuamente. Pero, cuando me escribo con un amigo vía facebook o sms ¿me estoy comunicando al 7%?

Cuando escribo en este blog sólo aparecen letras que juntas forman palabras, estas frases y de las oraciones ustedes pueden leer un contenido específico. Aunque, ¿dónde está el tono? ¿Y mi expresión corporal?  Por este motivo no todos van a entender lo mismo ni voy a provocar las mismas reacciones en cada persona que lo lea por falta información.

Recuerdo un día una conversación entre dos chicos de 16 años que uno le decía al otro: “luego hablamos por facebook y te lo cuento todo”. Posiblemente esa noche ellos dos hablaron al 7% de calidad comunicativa y si les hubiéramos preguntado al día siguiente, a los dos por separado, nos sorprenderíamos al comprobar que cada uno entendió algo diferente del otro. No nos contarían exactamente la misma historia, por eso se deduce que el significado de la comunicación es la respuesta que usted obtiene, no el mensaje inicial.

La paradoja está servida. Los avances en tecnología nos multiplican las opciones para comunicarnos con los demás, pero cada vez que las utilizamos nos comunicamos menos o peor.

No pretendo hacer una crítica a los móviles ni a las redes sociales, simplemente hago una reflexión. La próxima vez que os sentéis con alguien a hablar fijaros en sus labios, como mueve sus manos, hacia donde mira, si sonríe, cómo pronuncia cada palabra y en cuál pone énfasis.  Observar atentamente cada detalle que creáis importante y analizarlo, crear una sintonía con él y podréis experimentar el placer de una comunicación al 100% de calidad.  Os puedo asegurar que es fantástico.

 

(1) Albert Mehrabian and Susan R. Ferris, 1967, «Inference of attitudes from nonverbal communication in two channels,» Journal of Consulting Psychology 31:248-252.